CARTA DE PERDÓN

Hola, me llamo R***, y esta es una carta para pedir perdón, un perdón sincero, como no puede ser de otra forma a todas esas personas e instituciones a las que con mis errores he podido hacer daño. Os cuento mi historia:

Yo era Guardia Civil, he tenido una vida profesional muy amplia, y en la que he trabajado muchísimo, mucho de ese trabajo encaminado a la lucha contra la droga, de la cual yo me he considerado siempre en contra, recibí numerosas felicitaciones y medallas por ello.

Llegado un momento se me encargo el trato con un confidente para obtener información de él, cosa que realizaba, pero ahí empezó el problema, fui tentado por la codicia, y dentro de mi debilidad, no supe hacer lo que debía, negarme. El confidente, el cual introducía droga en España, me entrego dinero, yo en contrapartida le facilitaba alguna información relativa a mi profesión, con ello contribuí de alguna manera a que pudiera haber más droga en las calles.

Ello ha causado dejar de pertenecer al cuerpo que siempre he amado, por el que he luchado y al que desde que tenía conocimiento he querido pertenecer, daño a ese gran cuerpo por ser una oveja negra dentro de él y realizar algo contra lo que siempre había luchado.

También, ha causado que haya más droga en la calle, droga que a tantos de vosotros habrá perjudicado, al igual que a vuestras familias, las cuales habrán sufrido el grandísimo dolor que yo tantas veces había observado, el ver a un familiar metido en ese infierno.

A mi familia, hijos a los que tantos años he dejado de ver crecer y a los que van a seguir, mucho, sin tener el calor y apoyo de su padre. A mi mujer, la cual de repente y sin culpa alguna, se ha visto separada de su pareja y de la ayuda y amor diario de esta. Mi madre, con la dureza de ver a su hijo en prisión y definitiva a toda mi familia.

Por último yo, por mi torpe error recibí una amplia condena, aunque yo en este caso soy el que menos importa, ya que fui el causante y por lo tanto el único que debería pagar. Voy a pasar algunos años encerrado, sin poder estar con mi querida mujer y sin ver crecer a mis hijos.

Desde luego, analizando todo lo contado, ni todo el dinero del mundo merece la pena con el mal causado, sobre todo a vosotros, que sois los que más directamente lo habéis sufrido.

Os vuelvo a reiterar mi perdón, mi firme convicción a jamás caer en el mismo error, y ofrecer mi apoyo en el momento que mi situación penitenciaria me lo permitiera, colaborando con vosotros en lo posible.

No pido que se me perdone, aunque es posible que muchos de vosotros lo haréis, creo que lo que más me costará será perdonarme a mi mismo por todo el mal realizado.

Un saludo, y mis más sinceros deseos en vuestra dura andadura.